Cena, arte y cielo: así se vive Medellín desde La Makha

En lo alto del Poblado, donde Medellín se ilumina como un cielo invertido, La Makha vibra con su propio ritmo. Más que un restaurante, este icónico rooftop es un espacio donde la vista, el sabor y la música se entrelazan para crear una experiencia sensorial completa.

Cada plato tiene su nota, cada copa su compás, y cada momento del servicio una melodía pensada para acompañar las emociones del comensal. Porque en La Makha, la música no es un fondo: es el alma invisible que conecta la gastronomía, el ambiente y la vista panorámica.

La banda sonora del mejor rooftop del Poblado

Cuando el chef David Suárez Estrada diseñó la propuesta gastronómica de La Makha, sabía que el sonido debía ser tan importante como el sabor. “La música es un ingrediente más”, dice. “Puede cambiar la forma en que se percibe un plato, un vino o incluso una conversación.”

Por eso, cada jornada en La Makha tiene una curaduría musical específica, elaborada por un equipo de músicos y productores locales que comprenden el ritmo natural del servicio. Desde la llegada del primer cliente hasta el último brindis bajo las estrellas, la música acompaña el viaje emocional de la cena.

El resultado es una experiencia 360° donde la gastronomía y la música se fusionan para despertar los sentidos.

El preludio: sonidos que dan la bienvenida

La experiencia comienza al cruzar las puertas del rooftop. En ese instante, el visitante deja atrás el ruido urbano y entra en una atmósfera de calma y expectación.
Durante la recepción y el primer cóctel, suenan temas suaves de nu-jazz, soul y chillout que preparan los sentidos.

La playlist de bienvenida está pensada para relajar, para marcar la transición del exterior al universo sensorial de La Makha.
Entre los artistas que suelen ambientar este primer momento se encuentran Thievery Corporation, FKJ, Bebel Gilberto, Bonobo y Nicola Cruz, mezclados con ritmos electrónicos sutiles de productores locales como La Payara y Ságan.

La música tiene un tempo constante, envolvente y cálido, que acompaña la llegada del comensal y lo invita a disfrutar la vista panorámica más impresionante de Medellín sin distracciones.

Durante la cena: el ritmo del sabor

Cuando los platos comienzan a llegar a la mesa, la música evoluciona. Las frecuencias se vuelven más ricas, los ritmos más definidos.
El sonido se adapta al movimiento del servicio: ligero durante las entradas, más intenso en los platos fuertes, y elegante en los maridajes principales.

Aquí, la playlist de La Makha se llena de texturas musicales que dialogan con la cocina del chef Suárez Estrada.
Durante la fase mediterránea, predominan los acordes de guitarra flamenca, toques de world music y percusiones orgánicas que evocan el Mediterráneo.
Cuando llegan los platos de la línea “Colombia elevada”, el ritmo cambia: aparecen tambores, sonidos de marimba y melodías andinas reinterpretadas electrónicamente.

Artistas como Rodrigo Gallardo, Nicola Cruz, Quantic, Acid Pauli y Manu Delago forman parte del repertorio, seleccionados para mantener una energía constante, sofisticada y emocional.

El objetivo no es que la música destaque por encima de la comida, sino que acompañe el ritmo natural del paladar. Cada canción está pensada para reforzar el tempo del servicio, desde el aroma del vino hasta la textura del postre.

El clímax: sonidos que acompañan la vista

A medida que avanza la noche y Medellín se ilumina, el ambiente en La Makha cambia de tono.
Las luces se suavizan, la brisa del Poblado se siente más fresca y la música alcanza su punto más cinematográfico.
Este es el momento en el que la experiencia se vuelve íntima y memorable.

La playlist nocturna mezcla deep house melódico, soul electrónico y downtempo elegante, creando una sensación de flotación sobre la ciudad. Las canciones no interrumpen: acompañan la vista, como si el paisaje mismo tuviera su propio ritmo.

Entre los artistas destacados se encuentran Kiasmos, Jan Blomqvist, RÜFÜS DU SOL, Monolink y compositores colombianos como Simón Grossmann o Lina Patiño, quienes aportan un sonido local sofisticado y emocional.

El resultado es un equilibrio perfecto entre energía y serenidad, ideal para quienes disfrutan de una cena prolongada o una conversación con copa en mano mientras Medellín brilla al fondo.

La sobremesa: notas que invitan a quedarse

Una de las razones por las que los visitantes recuerdan La Makha no es solo su comida o su vista panorámica, sino su capacidad de hacer que nadie quiera irse.
Después del postre, la música cambia nuevamente. Las melodías se vuelven más íntimas, con influencias de jazz, bossa nova, soul y acústico contemporáneo.

Este último tramo de la experiencia está diseñado para acompañar la sobremesa, los cocteles de autor y las conversaciones que se alargan sin prisa.
La sensación es la de un after dinner elegante, donde el tiempo se diluye entre risas, luces suaves y acordes que acarician el aire.

Artistas como Madeleine Peyroux, Norah Jones, Carla Morrison, Jorge Drexler y Sade ponen el broche final a una noche que combina sabor, arte y emoción.

El papel del sonido en la experiencia gastronómica

En La Makha, la música no se selecciona al azar. Cada playlist forma parte de un concepto mayor: el de una experiencia 360° en la que todos los sentidos están en diálogo.
El chef y el equipo de ambientación trabajan juntos para sincronizar los tiempos del servicio con los cambios de ritmo musical.

Esto significa que la música se adapta al momento exacto en que los platos se sirven, al volumen de la conversación y al ambiente general del rooftop.
Por eso, cada visita se siente diferente: el sonido se personaliza según la energía del lugar.

El resultado es una inmersión total en la atmósfera de La Makha, donde la gastronomía, la vista y la música forman una triada perfecta.

La Makha live: noches temáticas con música en vivo

Además de su curaduría musical diaria, La Makha celebra la música local con eventos especiales llamados “La Makha Live”, en los que artistas emergentes y reconocidos se presentan en formato acústico o electrónico.

Estas noches unen lo mejor del rooftop con la energía de la música en vivo: saxofones que acompañan el atardecer, vocalistas que interpretan soul latino, o DJ sets en vivo que transforman el espacio en una experiencia sensorial completa.

Cada sesión se programa cuidadosamente para mantener la elegancia y la esencia del lugar. Más que conciertos, son rituales sonoros que fortalecen la conexión entre el arte, la comida y la ciudad.

La armonía de Medellín desde las alturas

Lo que distingue a La Makha es su capacidad de fusionar la vida urbana con la calma del cielo. Mientras la ciudad bulle allá abajo, en el rooftop todo fluye al compás de una melodía envolvente.
El sonido de los cubiertos, las copas chocando suavemente, el murmullo de las conversaciones, y la música de fondo crean una atmósfera que no se repite en ningún otro lugar.

Aquí, la música no se escucha: se siente. Se mezcla con el aroma de la cocina, con la luz de las velas y con el reflejo de Medellín en los ventanales.

Por eso, La Makha es más que el mejor rooftop del Poblado. Es una experiencia sensorial total, donde el sonido tiene sabor, la vista tiene ritmo y la cena se convierte en un recuerdo que resuena incluso después de irse.

En La Makha, cada nota tiene un propósito, cada melodía una historia, y cada plato una armonía.
La música no solo acompaña: eleva la experiencia gastronómica y transforma cada cena en un espectáculo de emociones.

Si buscas un lugar donde la vista panorámica, el sabor de autor y la música perfecta se unan en una sola experiencia, este es tu destino.

Reserva tu mesa hoy en La Makha y vive el ritmo de la gastronomía más inspiradora de Medellín, en el rooftop donde cada noche suena a perfección.

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