Gastronomía, arte y vista infinita: la propuesta única de La Makha

En lo alto del Poblado, donde Medellín se despliega como un tapiz de luces y montañas, La Makha redefine el concepto de restaurante. Aquí, la cena no se limita al plato: es una experiencia artística completa. Cada detalle —desde la iluminación hasta la vajilla— está diseñado para despertar los sentidos. Y en el corazón de esa propuesta, hay un diálogo constante entre arte y sabor, una sinfonía donde la gastronomía se convierte en pintura y el arte se saborea en cada bocado.

La Makha no solo es reconocido como el mejor rooftop del Poblado, Medellín, por su vista panorámica y su cocina de autor, sino también por ser un espacio vivo que celebra la creatividad local. Su propuesta fusiona gastronomía contemporánea, arte visual y ambiente multisensorial para ofrecer una experiencia única: un maridaje entre arte y cocina que solo puede vivirse desde las alturas.

El arte como ingrediente esencial

Desde su concepción, La Makha se imaginó como algo más que un restaurante: un punto de encuentro entre disciplinas creativas. El chef David Suárez Estrada lo resume así:

“Así como un artista pinta con colores, nosotros cocinamos con sabores. En ambos casos, el objetivo es el mismo: provocar una emoción.”

Esa visión ha convertido a La Makha en un espacio cultural donde cada plato es una obra efímera y cada rincón del rooftop es una galería. El arte no se contempla desde la distancia; se vive, se toca y se comparte.

Las paredes del restaurante exhiben constantemente obras de artistas locales: pinturas, fotografías, esculturas y piezas de diseño que dialogan con la estética del lugar. Los comensales cenan rodeados de color, textura y forma, mientras las luces cálidas del atardecer transforman cada espacio en una composición viva.

Cocina y arte: un mismo lenguaje sensorial

En La Makha, la gastronomía y el arte no compiten: se complementan. El chef y su equipo trabajan como artistas plásticos que componen con ingredientes en lugar de pigmentos. Cada plato tiene una estructura visual y una narrativa conceptual.

El menú degustación se inspira en principios estéticos como el equilibrio, el contraste y la armonía cromática. Las emulsiones se convierten en trazos; los ingredientes, en volúmenes; las salsas, en matices que completan el lienzo comestible.

Por ejemplo:

  • El tiradito de trucha se presenta en una paleta de tonos naranjas y verdes que evocan el amanecer sobre el Valle de Aburrá.
  • El pulpo al grill juega con negros, dorados y violetas, recordando los paisajes volcánicos del Mediterráneo.
  • El postre de cacao del Magdalena Medio combina tonos terrosos con pétalos de flores locales, como si el comensal degustara un cuadro impresionista.


Cada plato tiene intención visual, pero también profundidad simbólica: refleja la conexión entre el territorio colombiano y las influencias internacionales que moldean la identidad del restaurante.

Un moderno candelabro cuelga del techo en el restaurante La Makha, que combina arte local y gastronomía.

Colaboraciones con artistas locales

Una de las características más distintivas de La Makha es su alianza con la comunidad artística de Medellín. El rooftop se ha convertido en una plataforma para creadores emergentes y consolidados que encuentran en el espacio un escenario para exponer su obra en un contexto sensorial.

Cada temporada, el restaurante presenta una exposición temática, en la que las piezas visuales dialogan con un menú especialmente diseñado por el chef. De esta manera, la experiencia gastronómica se renueva constantemente y se convierte en un viaje estético y culinario.

Entre las colaboraciones más destacadas se encuentran:

  • Laura Giraldo, artista visual antioqueña, cuyas obras abstractas inspiraron una serie de platos basados en contrastes de textura.
  • Daniel Cifuentes, escultor urbano, quien aportó piezas hechas con materiales reciclados que reforzaron el mensaje de sostenibilidad del restaurante.
  • Colectivo Arte Vivo, responsable de una intervención de luz y sonido que acompañó una cena temática de “Colombia elevada”.


Cada proyecto reafirma el compromiso de La Makha con el arte como forma de expresión y desarrollo cultural. El restaurante se consolida así como un espacio de encuentro entre la alta cocina y la creación artística local.

Diseño y ambiente: estética que se saborea

La experiencia en La Makha va más allá de los platos y las obras. El diseño interior es una obra maestra en sí misma.
La arquitectura del rooftop combina líneas modernas con materiales naturales: madera, piedra y hierro forjado conviven con jardines verticales y espejos de agua que reflejan la ciudad.

Las lámparas suspendidas imitan constelaciones, mientras que las mesas —elaboradas por artesanos locales— están talladas a mano, aportando un toque orgánico. Cada elemento visual está pensado para armonizar con la vista panorámica de Medellín, el lienzo natural que completa la composición.

Cuando cae la noche, la iluminación se transforma: tonos dorados, azules y ámbar pintan el ambiente, creando un juego de luces que se entrelaza con la música. El arte se vuelve inmersivo. Todo —la vista, el plato, la atmósfera— forma parte de una misma narrativa estética.

El arte del maridaje: colores, vinos y emociones

El sommelier de La Makha juega un papel clave en este diálogo entre arte y sabor. Los vinos y cocteles se seleccionan no solo por su perfil aromático, sino también por su armonía visual y emocional.

Por ejemplo:

  • Un vino rosado acompaña platos de tonos cálidos, potenciando el contraste visual.
  • Los cocteles de autor —como el Makha Sunset o el Lulo & Jazz— se sirven en copas de cristal artesanal, diseñadas para reflejar los colores del atardecer.
  • Los vinos tintos profundos se presentan junto a obras de arte que exploran la oscuridad y la intensidad, creando una experiencia sinestésica: se ve el sabor y se saborea el color.


En La Makha, cada maridaje es una obra viva, una experiencia que cambia con la luz, la hora y el estado de ánimo del comensal.

La vista: el gran lienzo de Medellín

Ninguna exposición artística puede competir con la vista panorámica de La Makha. Desde el rooftop, Medellín se convierte en el lienzo más imponente de todos.
Las montañas que rodean el valle, las luces que parpadean como estrellas y el movimiento urbano ofrecen un espectáculo natural que acompaña la cena.

Para muchos visitantes, ese instante —cuando el sol se oculta y la ciudad se ilumina— es el punto culminante de la experiencia. El arte visual que rodea el espacio parece fundirse con el arte vivo del paisaje.

En ese momento, La Makha deja de ser solo un restaurante y se transforma en una galería suspendida entre el cielo y la tierra.

Una experiencia cultural y gastronómica única

La integración del arte y la gastronomía ha convertido a La Makha en un referente no solo por su comida, sino por su propuesta cultural.
Cada visita es una inmersión en la creatividad antioqueña, una forma de conectar con la ciudad a través del arte y el sabor.

El restaurante se ha posicionado como el mejor rooftop del Poblado, Medellín, no solo por su elegancia y su vista, sino por su capacidad de ofrecer una experiencia 360°: multisensorial, inspiradora y profundamente humana.

Aquí, cada plato es una pintura efímera, cada exposición una celebración, y cada noche, una nueva obra en construcción.

En La Makha, el arte no cuelga de las paredes: se sirve en los platos, se escucha en la música y se contempla en la vista.
Es el lugar donde la gastronomía se eleva a expresión artística y donde cada cena se convierte en una galería sensorial.

Si buscas una experiencia donde el sabor y la belleza se unan en perfecta armonía, donde la creatividad de Medellín se respire en cada detalle, La Makha te espera.

Reserva tu mesa hoy y vive el maridaje perfecto entre arte, sabor y vista panorámica en el rooftop más inspirador del Poblado, Medellín.

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